A finales del 2015, el artista visual
Rodrigo Hernández me invitó a colaborar en su exposición en el espacio
T66 Kulturwerk de Friburgo.
En dos salas ubicadas una arriba de otra se expusieron objetos casi idénticos creados por el artista y ordenados en el mismo sitio de cada espacio. Una estructura de cartón pintado, un móvil de papel maché, un retrato en acuarela, una pintura al óleo y una pequeña bocina envuelta entre tela doblada se encontraban distribuidos en cada sala. A través de las bocinas sonaba un móvil sonoro que programé en SuperCollider, basado en fragmentos grabados de mi
Dúo para fagot y percusiones.